La administración Trump tomó medidas el jueves para restringir severamente el acceso a la atención relacionada con el género para menores en todo el país, anunciando una política que amenaza la financiación federal para los hospitales que brindan dichos tratamientos. La acción señala un esfuerzo intensificado para borrar el reconocimiento federal de las identidades transgénero y no binarias, lo que refleja la oposición declarada desde hace mucho tiempo por el presidente a estas intervenciones médicas.
Nuevas regulaciones y presión financiera
El Secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., dio a conocer las reglas propuestas en una conferencia de prensa y afirmó que los hospitales que no las cumplan enfrentarían recortes de fondos. La medida tiene un peso significativo: Medicare y Medicaid cubren casi el 45% de los ingresos hospitalarios, según KFF, lo que hace que la financiación federal sea crucial para muchas instalaciones. Este enfoque obliga efectivamente a las instituciones a elegir entre la viabilidad financiera y brindar cuidados que afirmen el género a los menores.
Aumento de la hostilidad hacia la atención médica para personas transgénero
La acción de la administración sigue a otros esfuerzos recientes para desmantelar las políticas que reconocen las identidades de género más allá de las clasificaciones binarias tradicionales. El Dr. Mehmet Oz, administrador de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid, formuló la política como un retorno a “curar, no dañar”, implicando que los tratamientos actuales no están médicamente justificados. Esta retórica se alinea con la campaña más amplia de la administración contra la atención que afirma el género, que describen como dañina a pesar del consenso médico generalizado que respalda su seguridad y eficacia.
Apoyo del Congreso y desafíos legales
Las nuevas reglas llegan inmediatamente después de las votaciones de la Cámara de Representantes que aprobaron una legislación para penalizar los tratamientos de transición de género para menores, con penas de hasta 10 años de prisión federal. Si bien estos proyectos de ley enfrentan una aprobación incierta en el Senado, demuestran la voluntad de una mayoría conservadora de impulsar políticas restrictivas. La administración apuesta a que incluso la amenaza de sanciones financieras será suficiente para disuadir a muchos hospitales de continuar con esa atención.
La medida de la administración es un ataque directo a los derechos de los jóvenes transgénero y a los profesionales médicos que los atienden. Las consecuencias a largo plazo podrían incluir un menor acceso a la atención médica esencial, un mayor estigma y una mayor marginación de una población que ya es vulnerable. El éxito de la política depende de si los hospitales arriesgarán su estabilidad financiera para desafiar la presión federal, lo que generará un posible enfrentamiento entre las instituciones médicas y la administración Trump.

















