La historia del origen de la Luna: una colisión con un vecino, no un invasor distante

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Durante décadas, los científicos han debatido el origen de la luna de la Tierra, decidiéndose en gran medida por la teoría del “impacto gigante”: un objeto del tamaño de Marte se estrelló contra la Tierra primitiva, formando el disco lunar del que se fusionó nuestra luna. Un nuevo estudio añade detalles críticos a esta imagen, sugiriendo que el impactador no era un planeta rebelde desde lejos, sino un mundo hermano nacido en la misma región del sistema solar que la Tierra. Este descubrimiento perfecciona nuestra comprensión de cómo se formaron los planetas rocosos en el caótico sistema solar primitivo.

Caos temprano en el sistema solar

Hace unos 4.500 millones de años, el sistema solar interior no era el vecindario estable que vemos hoy. Docenas, posiblemente cientos, de embriones planetarios (cuerpos que van desde el tamaño de la Luna hasta Marte) lucharon por el espacio, colisionando y fusionándose en una batalla gravitacional. La inmensa gravedad de Júpiter agitó aún más esta olla, lanzando algunos mundos a nuevas órbitas. Theia, el impactador, fue uno de estos primeros bloques de construcción planetarios.

Pistas químicas en muestras lunares

El enigma se profundizó porque la Tierra y la Luna comparten composiciones químicas sorprendentemente similares. Si Theia viniera de otro lugar, esperaríamos diferencias más claras. Los investigadores dirigidos por Timo Hopp en el Instituto Max Planck revisaron muestras lunares de las misiones Apolo, junto con rocas terrestres y meteoritos, en busca de rastros isotópicos sutiles. Estos rastros actúan como huellas dactilares, revelando dónde se formó el material en relación con el sol.

El equipo se centró en los isótopos de hierro, molibdeno y circonio. Al analizar estos elementos en muestras lunares y terrestres, podrían reconstruir el probable lugar de nacimiento de Theia. Los resultados apuntaron a un mundo rocoso que se formó en el interior del sistema solar, probablemente incluso más cerca del Sol que la Tierra. Esto no es un nuevo giro en la teoría del impacto, sino más bien una confirmación de la imagen clásica de la formación de planetas.

Un yacimiento sin muestrear

Los modelos sugieren que tanto la Tierra como Theia extrajeron material de una región “no muestreada” previamente desconocida del sistema solar interior. Esto significa un tipo de materia que no se ha encontrado en ninguna colección de meteoritos. Este material faltante probablemente se formó cerca del Sol, posiblemente arrastrado por Mercurio, Venus o la propia Tierra. La confirmación requeriría muestras de estos planetas, un objetivo para futuras misiones.

El misterio permanece

Si bien el estudio aclara el origen de Theia, quedan preguntas. ¿Cómo fue que el impacto mezcló tan completamente los dos mundos, borrando casi todas las distinciones químicas? Descifrar este misterio podría desbloquear la última pieza de la violenta historia del nacimiento de la Luna, explicando cómo surgieron la Tierra y nuestro satélite.

Esta comprensión refinada del impacto gigante resalta los brutales y caóticos primeros días de nuestro sistema solar, donde la formación planetaria no fue un proceso suave sino una serie de colisiones cataclísmicas.

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