‘El despertar de la fuerza’: El potencial perdido de un reinicio de Star Wars

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Diez años después de su estreno, Star Wars: El despertar de la fuerza (2015) se erige como un momento crucial: la película que podría haber sido, pero no lo fue. Si bien la recepción de la trilogía secuela por parte de los fanáticos se fracturó, el entusiasmo inicial en torno a la séptima entrega fue genuino. La película reavivó un fenómeno cultural, llenando los cines con un público entusiasta en 2015. La pregunta no es si cumplió con las expectativas, sino por qué su promesa finalmente se desperdició.

El plan para una nueva era

La adquisición de Star Wars por parte de Disney en 2012 fue controvertida. Sin embargo, el estudio recurrió a J.J. Abrams, conocido por revitalizar franquicias como Star Trek, para dirigir el reinicio. Abrams entendió el desafío: satisfacer a una base de fans notoriamente apasionada y al mismo tiempo trazar un rumbo para el futuro.

El despertar de la fuerza logró un equilibrio calculado. Se hacía eco de la estructura de A New Hope, apoyándose fuertemente en la nostalgia al tiempo que presentaba nuevos personajes. Como lo expresó el propio Abrams, el objetivo era un “principio, desarrollo y final autónomos” que aún insinuara una saga más amplia. La película no fue innovadora, pero fue un punto de reingreso seguro y efectivo para la franquicia.

La película presenta a Rey (Daisy Ridley), Poe Dameron (Oscar Isaac) y Finn (John Boyega) junto con íconos que regresan como Han Solo (Harrison Ford) y Leia Organa (Carrie Fisher). Luke Skywalker (Mark Hamill) sigue siendo una ausencia tentadora, lo que genera expectación por su inevitable regreso.

El ascenso y la caída del primer orden

Los villanos fueron igualmente cruciales. Snoke (Andy Serkis) sirvió como sustituto de Palpatine, mientras que Kylo Ren (Adam Driver) encarnó el torturado legado de Darth Vader. Su impactante asesinato de Han Solo señaló que lo que estaba en juego era real y que la galaxia era implacable.

El éxito de la película fue innegable: más de 2 mil millones de dólares en taquilla y críticas en su mayoría positivas. El despertar de la fuerza sentó las bases para una nueva trilogía, pero lo que siguió expuso un defecto fatal: la falta de una visión unificada.

El colapso creativo de las secuelas

El problema no fue la primera película; fue lo que vino después. Lucasfilm pasó por tres directores: Abrams, Rian Johnson y, finalmente, Abrams nuevamente, cada uno con enfoques divergentes. Esto fracturó la narrativa, lo que provocó cambios de tono discordantes y abandonos de la trama.

El último Jedi de Rian Johnson desmanteló las bases sentadas por El despertar de la fuerza. La película subvirtió las expectativas, cortó historias establecidas y alienó a un segmento de la base de fans. La última entrega, El ascenso de Skywalker, intentó corregir el rumbo, pero en cambio se sintió apresurada e incoherente. Los personajes clave fueron dejados de lado, los puntos de la trama se reconfiguraron y la historia general se sintió inconexa.

El plan original para una trilogía coherente se disolvió en una serie de decisiones contradictorias. Snoke murió sin explicación, el linaje de Rey se alteró drásticamente y el arco de redención de Kylo Ren se sintió inmerecido. El propio George Lucas criticó el manejo de la franquicia por parte de Disney, destacando la falta de una dirección clara.

Una oportunidad perdida

El despertar de la fuerza no fue una película perfecta, pero representó un camino claro a seguir. Su éxito demostró que el público quería que Star Wars regresara, y su fórmula ofrecía una base estable para futuras entregas. La tragedia es que este potencial fue abandonado en favor de una experimentación inconexa. La película sirve como recordatorio de que incluso los reinicios más prometedores pueden fracasar cuando falla el liderazgo creativo.

La historia de la trilogía secuela sirve como advertencia: una franquicia puede deshacerse no por malas ideas, sino por la ausencia de una visión coherente. La Fuerza puede ser fuerte, pero ni siquiera ella puede salvar una galaxia sin un plan.

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